domingo, 2 de octubre de 2011

Al mal tiempo, buena cara.

Allí estaba ella, sentada sobre el suelo de aquella oscura habitación, más oscura que nunca ya que ni una rayita de luz entraba por las rendijas de la persiana, una luz tenue en la mesilla de noche estaba encendida, y ella, lloraba, abrazando sus piernas, a su derecha sólo había papeles, sí, eran sus cartas, las mismas que algún día le había echo tanta ilusión recibir. Le echaba tanto de menos, que leía sus cartas para escuchar en su mente su voz, incluso de vez en cuando, tomaba la foto que tenía en su mesita, esa en la que él sale abrazándola fuertemente y ella tiene una gran sonrisa en su boca, y lloraba, seguía llorando. A su izquierda se encontraba la papelera, a menudo jugaba a baloncesto con los pañuelos que utilizaba para secar sus lágrimas, antes, él le limpiaba las lágrimas, pero, ¿y ahora?. Ya nadie le limpia las lágrimas cuando está triste, nadie le dice que estará ahí siempre, nadie la mira a los ojos diciéndola que la ama, nadie le manda mensajes a las tantas de la madrugada deseándole buenas noches.. Continúa llorando, a penas puede respirar. ¿Hasta cuando? ¿Cuando se dará cuenta de que sin él, no puede vivir?.

Las cosas no siempre tiene un final feliz.
Los cuentos que tanto nos gustaban de pequeños no son más que mentiras, mentiras que creímos.. mentiras que ahora descubrimos.

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